102 aniversario natal

Zalce y los


centenarios


Las conmemoraciones de 2010 podrían contribuir a finiquitar proyectos pendientes alusivos al legado de Zalce: el traslado a Morelia de su mural Historia de la Industria y el Comercio en México (1962) y el destino de la casa-taller del artista como un centro cultural


Olinda Becerra (extrema derecha) evoca experiencias personales en la casa-taller de Alfredo Zalce durante su intervención como oradora en el acto por el 102 aniversario natal del artista.

Las conmemoraciones del centenario de la Revolución Mexicana y del bicentenario de la Independencia podrían contribuir a que al menos dos de las tres deudas institucionales pendientes con la memoria del maestro Alfredo Zalce pudieran cumplirse durante este 2010: el traslado definitivo a Morelia de un fragmento de su mural La industria y el comercio en México y el establecimiento de un centro cultural en el inmueble de Camelinas 409 esquina con Vicente Santa María, donde el autor tuvo por más de cincuenta años su casa-taller.
En tales términos, el único tema que quedaría pendiente sería el proyecto de instalar una urna conmemorativa en el conjunto escultórico Las Tres Constituciones de México, tal como fue formulada la iniciativa en 2003 por parte del (en ese entonces) Instituto Michoacano de Cultura, tras el deceso del artista. Así lo declaró a este blog el secretario de cultura, Jaime Hernández Díaz, entrevistado al término del acto cívico para conmemorar el 102 aniversario natal de Alfredo Zalce, este martes 12 de enero.

El acuarelista michoacano Nicolás de la Torre durante la primera de tres intervenciones en el acto de protocolo, al pie de Las Estelas, en la calzada Juárez.

El homenaje, encabezado por el secretario de Cultura, comenzó minutos después de las nueve de la mañana en el conjunto escultórico Las tres Constituciones de México, que fue realizado por Alfredo Zalce en los años setenta. El acto contó con intervenciones del acuarelista Nicolás de la Torre, quien fue el primero en hacer uso de la palabra como representante de la comunidad artística, así como de Olinda Becerra, quien ofreció una semblanza de lo que era la vida cotidiana en la casa-taller del artista. Olinda participó en nombre del círculo más íntimo de alumnos y amigos de Alfredo Zalce.
También estuvieron presentes directores y jefes de departamento de la Secretaría de Cultura, la diputada federal Laura Suárez González y el diputado local Arturo Guzmán Abrego. Completaron la comitiva Raúl Olmos, director de cultura del ayuntamiento de Morelia y Rosario Ortiz, representante de la Universidad Michoacana.

Congruente con la modernidad
La “incansable capacidad de adaptación a las novedades que se presentaron a lo largo de su vida”, así como la congruencia de su obra con la modernidad que le correspondió vivir, pues “cada situación que se vivía en el país o en el mundo, pudo reflejarla en sus obras”, fueron las dos características de Alfredo Zalce que fueron elogiadas por el acuarelista michoacano Nicolás de la Torre Calderón (Morelia, 1931) al participar en el homenaje al artista fallecido en 2003.
De la Torre fue el primero de tres oradores en el acto celebrado al pie de las estelas.

Al instalar la última de media docena de ofrendas florales al pie de una de las estelas del conjunto escultórico Las tres Constituciones de México.

Una casa viva: Olinda Becerra
En su intervención, Olinda Becerra describió la casa de Zalce como un santuario de amor, de armonía, belleza y paz. “Siempre tenía alguna palabra para cualquiera que se acercara a su casa y a su mesa”.
“Nuestras mañanas empezaban frente a una taza de humeante café, analizando y discutiendo las noticias más importantes del día, sobre todo las políticas. Y con el sentido del humor que siempre lo caracterizó, terminábamos en sonoras carcajadas, riéndonos de todos los acontecimientos del día”.
“Su casa siempre fue una casa viva. Más allá de un hogar o de un taller, en su casa se respiraba un aire de misticismo, de verdad y de belleza”.
“Yo creo que el maestro Zalce, a pesar de todas las vicisitudes, pérdidas y desilusiones en su vida personal, nunca se sintió un hombre solitario o amargado. Siempre tuvo una gran familia en sus alumnos, sus musas y sus amigos”.

Vista general de la glorieta poco antes de comenzar el acto. En la imagen aparecen sólo dos de las tres estelas.

“A partir del mediodía -agregó-, su taller se convertía en un gran templo del saber y también para el humor y las risas. Un lugar a donde llegaban a pedir, desde para las desgracias del sismo en Nicaragua hasta los damnificados en Chiapas. Para cualquier causa, todo mundo acudía a la casa de Zalce y él trataba de resolver los problemas de todo el mundo”.“Recuerdo cuando sus alumnos le pedían apoyo, no sólo para resolver los problemas a que se enfrentaban en el lienzo, con los pinceles, las gubias o los buriles: también los financieros y amorosos”.“Yo creo que todos los que lo conocimos llevamos en nuestros corazones un pequeño fragmento de un gran rompecabezas que finalmente es la biografía de un hombre llamado Alfredo Zalce”.“El artista está plasmado en sus obras –concluyó, recuperando una idea expresada al principio–; el hombre lo llevamos en el corazón y, al menos por el momento, será a través de la historia oral como haremos que permanezca viva la imagen y la historia de Alfredo Zalce”.


Los integrantes del Trío Buffet, encargado de la parte musical en el acto de homenaje.


Zalce y el centenario
A su vez, en su participación, el Secretario de Cultura indicó que “este aniversario, en el contexto del centenario de la Revolución Mexicana y del bicentenario del movimiento de Independencia, es una ocasión propicia para que a lo largo del año reflexionemos sobre la trascendencia de Alfredo Zalce en el arte mexicano”.
Jaime Hernández indicó que “La Revolución Mexicana y los movimientos sociales que la acompañaron de los años '20 a los '40, en un escenario tan complicado como el de la II Guerra Mundial, le plantearon al arte otras tareas que estuvieron en el centro del debate entre los artistas y los intelectuales, pero que asumieron un grupo muy destacado de artistas, en el sentido de que el arte tiene también una función importante en las transformaciones sociales, en la educación de la población. Pero aquellos que no perdieron el sentido estético del arte, del gusto, de la apreciación misma, y no lo convirtieron meramente en una propaganda al servicio (en determinadas circunstancias), de grupos de poder, me parece que son los que encontraron mejores caminos y mejores éxitos en este quehacer”.
“Porque justamente el artista reivindicaba su papel, primero de independencia y de libertad, pero también su papel como individuo en estos procesos de transformación”.
“Creo que el arte mexicano forma parte espléndida del movimiento artístico mundial del siglo XX. El muralismo mexicano juega un papel importante en la consolidación de una visión de la historia de este país. Es una visión sujeta a contradicciones, sí; a discusiones y a debates, pero que en términos generales es aceptada por el pueblo mexicano, que busca sus raíces justamente en las raíces de movimientos como los que conmemoramos”.
“El maestro Zalce forma parte de esa época, de ese movimiento. Le tocó vivir todos esos momentos de transformaciones, plasmarlos en sus obras de arte, conocer las distintas tendencias, innovar, transformarse, estar siempre al día, que es una de las características fundamentales del maestro”.“Por la grandeza que tiene, ya está en un lugar especial en la historia del arte y de la plástica en Michoacán y en el país, pero tenemos que aprovechar este momento y también la propia figura de Alfredo Zalce, para que juntos honremos a todos aquellos que hicieron posible esta nación y esta patria a través del arte. Y que hoy conmemoremos de manera reflexiva, serie, crítica, en un espíritu de unidad en la diversidad que hoy caracteriza a nuestro país, los eventos conmemorativos del centenario y del bicentenario. Es un momento entonces en el que el maestro Alfredo Zalce nos llama, nos convoca a hacer juntos esta reflexión, que sin duda también sería parte de su vida cotidiana, si tuviéramos la oportunidad de tenerlo con nosotros físicamente”, concluyó.


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El mural por delante
Más adelante, en entrevista con Poliedro, al término del acto de conmemoración realizado este martes 12 de enero por la mañana, el Secretario de Cultura reiteró su confianza en el hecho de que este año, con motivo de los festejos centenarios y bicentenarios, sea posible finiquitar los pendientes que existen con la memoria del artista patzcuarense.
En orden de probabilidad, explicó que el traslado a Morelia del fragmento mural La historia de la Industria y el Comercio en México, que se localizará en el segundo patio del Centro Cultural Clavijero, es la más viable de las tres acciones a emprender desde el orden de competencia que le corresponde a la Secretaría de Cultura
“Como recordarás, originalmente la idea era la de colocar el mural en terrenos del Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce, pero ese proyecto se desechó porque los expertos del INBA determinaron que su planteamiento no garantizaba las condiciones idóneas para la preservación de la obra. Se determinó entonces que la sede del mural será el Centro Cultural Clavijero, concretamente en su segundo patio, donde es mucho más viable alojar el mural y la estructura que le dará soporte”.
“Yo confío realmente que este año, en el marco de los festejos por el centenario de la Revolución mexicana y bicentenario de la Independencia, sea posible saldar ese compromiso. Por fortuna, existe una partida presupuestal, de parte de la federación, con la que es viable concluir el asunto pendiente de la estructura que dará soporte al fragmento del mural”.
En cuanto a la habilitación y puesta en marcha de la casa de Alfredo Zalce como un centro cultural, se mostró mucho más prudente. Adujo: “el patronato creado para la casa del maestro Zalce es una instancia de la cual la Secretaría de Cultura es apenas uno de sus integrantes. Por respeto a esa situación yo no puedo adelantar algo que no haya sido previamente acordado por el patronato en su conjunto. Lo que sí puedo decir es que se ha avanzado en el estudio de distintas alternativas para ese espacio a lo largo de reuniones que hemos sostenido en 2009, pero cualquier declaración oficial debe ser formulada por el patronato en su conjunto, posiblemente en el transcurso de este mismo año”.
El tema de la urna y de la instalación funeraria de homenaje fue el último punto tocado por el funcionario, quien reconoció que, por el momento, la Secum no tiene injerencia en ese proyecto.

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Tres iniciativas en compás de espera

Los pendientes con Zalce

Un grabado de Alfredo Zalce nos muestra el autorretrato del artista.


El fragmento del mural La historia de la Industria y el Comercio en México, de 3.80 metros de largo por 2.96 metros de alto, que fue restaurado por el INBA en 2004.


Mural, historia y destino
Realizado en 1962, durante el régimen del presidente Adolfo López Mateos, el mural en acrílico La historia de la Industria y el Comercio en México medía 32 metros de largo por 3 metros de altura y mostraba sintéticamente el devenir de esas dos ramas de la actividad económica en el país. Fue realizado a petición del gobierno federal y durante 23 años se alojó en el enorme vestíbulo de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi), localizada en un edificio de cinco pisos en el número 80 de la avenida Cuauhtémoc esquina con Dr. Liceaga y avenida Chapultepec, en el Distrito Federal.
El 19 de septiembre de 1985, durante el terremoto de 8.1 grados Richter que sacudió a la capital del país, el inmueble de la Secofi se mantuvo relativamente en pie; no colapsó, pero sufrió daños estructurales gravísimos que obligaron a su demolición. La mayor parte del mural de Zalce, en la planta baja del edificio, se perdió, a excepción de algunos fragmentos que pudieron ser recuperados por el Instituto Nacional de Bellas Artes.
Después de haber permanecido embodegado durante 19 años (prácticamente la misma extensión de tiempo que estuvo expuesto), un fragmento restaurado de esa obra fue presentado por el INBA en 2004, en el marco del primer aniversario luctuoso de Alfredo Zalce. Se trata de un segmento de 380 X 296 centímetros (3.80 X 2.96 metros), cuyas imágenes aluden a la riqueza petrolera del país y a la pertenencia de este tesoro al patrimonio nacional, hecho que se acentúa visualmente con la aparición de un lábaro patrio que cubre una de las torres, al centro de la composición.
Al año siguiente, 2005, se comenzó a manejar públicamente por parte de la debutante Secretaría de Cultura del Gobierno de Michoacán la posibilidad de que el fragmento mural fuera traído a Morelia, pero a partir de entonces la bolita empezó a rodar, aduciendo en lo general las siguientes versiones: ora que el proyecto original para alojar la pieza en terrenos del Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce no había sido correctamente razonada y que definitivamente no era viable, ora que no se ha podido acceder a la partida federal destinada para la elaboración del soporte de metal necesario para contener la obra o que el Gobierno del Estado no había podido aportar cierto porcentaje que le correspondía dentro de un acuerdo establecido al respecto.
De una a otra cosa, el tema del fragmento mural viene respetando el libreto y el destino que ya en vida el propio Alfredo Zalce reconoció para su obra monumental. “He tenido muy mala suerte con mis murales”, se lamentó alguna vez, ante el recuento de todos los frescos surgidos de su talento y que habían sido destruidos.

La fachada de la Secofi, en la ciudad de México, días después del terremoto de 1985. En su vestíbulo se encontraba el mural La historia de la Industria y el Comercio en México. Aunque el inmueble no colapsó, sufrió daños estructurales severos que demandaron su demolición.

Los empeños de una casa
El segundo pendiente es el destino de la casa-taller de Alfredo Zalce, ya que la muerte del artista en enero de 2003 sólo azuzó un litigio entre particulares que se disputaban la propiedad de ese inmueble desde hacía por lo menos dos años atrás.
La historia que voy a compartir de manera parcial aquí es conocida sólo por algunas personas y no ha sido difundida nunca por ningún medio local, ni impreso ni electrónico. No seré yo quien rompa la discreción que debo, pero hay algunos hechos (sólo algunos) que sí puedo ventilar sin violentar mi palabra.
Tales hechos son los siguientes:
En 1997, Alfredo Zalce, quien se había visto muy afectado por la súbita muerte de su hijo menor, Xavier Zalce, acontecida poco antes, decidió donar en vida todos sus bienes (casa incluida) a sus nietos Leonora y Federico Zalce, vástagos del matrimonio conformado por su hijo mayor, Andrés Zalce Reason con Maricarmen Rivero.
Como en ese momento tanto Leonora como Federico eran menores de edad, y como Alfredo Zalce conocía la voluntad más bien dispersa, que era parte del carácter natural de Andrés, dejó como albacea a Maricarmen.
Fue a partir de ese momento cuando los sinsabores se precipitaron. Poco antes del año 2000, Maricarmen y Andrés pelearon y se separaron… pero no se divorciaron. Un año y medio más tarde, en julio de 2001, ocurría el accidente de carretera en el que murieron Andrés (quien conducía el vehículo) y sus dos niños.
Si ya a mediados de los noventa, la muerte de Xavier había sido un primer y golpe duro para Alfredo Zalce, quien comenzó a acusar más acentuadamente los síntomas del Alzheimer que terminaría por arrebatarle la memoria, ahora la violenta muerte de su hijo mayor y de sus dos nietos aceleró el proceso. Fue precisamente el veloz avance de la enfermedad lo que impidió, entre el año de 2001 y el de 2003, cuando falleció, que Alfredo Zalce pudiera modificar el contenido de su testamento.
Dicho sea de paso: esta es también la razón por la cual, a partir de 1999, cualquier entrevista con Alfredo Zalce se volvió reiterativa y definitivamente infructuosa. Muy consciente del avance de su mal, Zalce había memorizado cuidadosamente ciertos hechos, con los que construyó un guión del que ya no se salía en prácticamente ninguna conversación. De modo que nadie se deje engatuzar: todas las entrevistas realmente significativas con Alfredo Zalce son anteriores a 1998.
Volviendo al tema, el mismo día en que Alfredo Zalce murió, el 19 de enero de 2003, pero por la noche, la casa del artista se convirtió en una zona de conflicto, con “guaruras” que impidieron que Maricarmen Rivero pudiera ingresar al domicilio, mientras el cuerpo de Zalce era velado en las salas del MACAZ, acaparando toda la atención. A partir de allí, la viuda de Andrés inició un juicio para recuperar lo que (en términos legales, si asumimos que “papelito habla”) le correspondía, pues ella era la heredera de la propiedad de sus finados hijos. Al mismo tiempo, la única hija viva de Alfredo Zalce, Beatriz Diana Zalce de Guerriff (muchas gracias, Laura Angélica), proponía al Congreso de Michoacán y al gobierno del Estado (encabezado en ese entonces por el antropólogo Lázaro Cárdenas Batel), que la casa-taller fuera declarada como un lugar de interés público, para que se convirtiera en un espacio culturalmente vivo. Por si fuera poco, otra parte interesada entró a la palestra y se sumó al litigio por adeudos laborales.
Como resultado de ese pleito judicial, la casa de Alfredo Zalce fue adquirida finalmente por el corporativo moreliano Grupo de Oro, una firma que reúne a cuatro empresas locales relacionadas con la industria de la construcción y sus servicios. El monto de esa transacción específica no se conoce. Mientras, durante el periodo en que la casa estuvo en posesión de los particulares, el Tecnológico de Monterrey campus Morelia presentó un anteproyecto para adquirir en comodato el inmueble y echar a andar un centro cultural, pero la propuesta del plantel de educación superior privado no prosperó.
También durante ese periodo se creó la Fundación Cultural Alfredo Zalce, que echó mano de recursos financieros del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2001, que el artista había recibido de manos del presidente Vicente Fox en febrero de 2002 (insólitamente, ya que Zalce había rechazado el reconocimiento en dos ocasiones anteriores y no simpatizaba en absoluto con la figura de Fox Quezada).
En tanto, a fines de 2007, el gobierno del Estado (aún encabezado por el nieto del General) logró adquirir, finalmente, la casa de Alfredo Zalce. De acuerdo a lo que trascendió, la compra se consumó al precio de 15 millones de pesos: una transacción muy ventajosa… para los vendedores, ya que la casa-taller de Zalce, con una superficie construida de mil 809 metros cuadrados, tenía en 1997 (es decir, una década antes, cuando Zalce hizo su testamento) un valor catastral de un millón 300 mil pesos.
En mayo de 2008, durante una reunión celebrada a puerta cerrada en la Casa de la Cultura de Morelia, a la cual ninguno de los medios de comunicación de entonces tuvimos acceso, se instaló oficialmente el Patronato de la Casa Alfredo Zalce, que había sido constituido meses atrás y que quedó integrado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Manuel García Contreras, Fausto Vallejo Figueroa, Jaime Hernández Díaz y Silvia Figueroa Zamudio.
Al término de esa junta, y ya en entrevistas con los personajes que salían de ella, se dijo en lo general que el encuentro era apenas la primera reunión formal del patronato y que el proyecto que se destinaría a la casa-taller del artista estaba por ser articulado en posteriores encuentros. Por lo pronto, como parte de los planes para el inmueble como futuro centro cultural, se reveló que el gobierno del Estado había entregado el predio en comodato a la Fundación Cultural Alfredo Zalce. En la fundación participan Beatriz Zalce, Mizraim Cárdenas y Mariela Ferreyra.
Hasta aquí, la historia. Pero los empeños de esta casa no culminarán hasta que se concrete en los hechos el proyecto (totalmente legítimo) de convertirla en un espacio que le brinde, de alguna manera, continuidad a la vocación que el artista patzcuarense le dio durante el medio siglo en que hizo de ella su hogar, su estudio, su taller y su Sancta Sanctórum.
Por lo pronto, como una nota bene, debo decir que en cierto sentido (sólo en cierto sentido), el Patronato de la Casa Alfredo Zalce ha hecho bien en moverse hasta ahora con los pies de plomo. Más vale eso, y no que el proyecto del inmueble quede baldado o lesionado por tantos intereses que aún circulan por ahí.

Urna y homenaje funerario
El último pendiente institucional con la memoria de Alfredo Zalce tiene que ver con la propuesta (formulada por primera vez, hasta donde recuerdo, por el arquitecto Jorge Solórzano) de concebir alguna estructura que, a modo de instalación, pudiera incorporarse al conjunto escultórico Las tres Constituciones de México, que se localiza en la glorieta de la avenida Camelinas y la calzada Benito Juárez. La idea era que la urna con las cenizas del artista pudiera instalarse allí o, en su defecto, que se pudiera concebir alguna discreta instalación funeraria.
La idea no ha sido hasta hoy descartada explícitamente por nadie, pero tampoco ha tenido visos de seguimiento. Hasta donde se sabe, luego de la ceremonia de cremación del cuerpo de Alfredo Zalce, en la funeraria Jardines del Tiempo, las cenizas quedaron en posesión de su hija, Beatriz Zalce.
Mientras, la idea de alojar la urna o de concebir algún monumento alusivo al pie de las estelas es particularmente significativa porque, como el propio Alfredo Zalce recordaba, el conjunto de Las Constituciones tiene mucho que ver con la casa-taller que él habitó. El artista narró una vez cómo realizó las estelas como un acuerdo con el gobierno para saldar el pago de un predial impuesto a su casa cuando la actual avenida Camelinas fue diseñada y construida, pasando por el frente del domicilio.