Durante la conferencia de prensa en el Centro Cultural Universitario
Desenfadado, al lado de su colega Eli Roth, Quentin Tarantino compartió ayer una hora de preguntas y respuestas con los medios de comunicación locales, nacionales e internacionales congregados en el VII Festival Internacional de Cine de Morelia. El auditorio del Centro Cultural Universitario se ajustó apenas a las necesidades de espacio para reunir a los comunicadores con uno de los cineastas más populares de la actualidad.
Amo la violencia, pero no en la vida real
Una pregunta de la enviada de la revista Proceso marcó una de las declaraciones medulares del realizador. Se le había inquirido: “¿Desde cuándo comenzó a interesarse por el tema de la violencia?, ¿desde cuándo vio la violencia como un elemento estético?”. Tarantino repuso: “Yo te puedo decir que a mí me gustan las películas de acción y de horror. No tengo problema alguno diciendo que me encanta la violencia… pero no en la vida real, solamente en la ficción. Eso no es ninguna hipocresía –añadió–. Yo disfruto mucho al hacer una película. A mi me gustan los extremos en las películas y por eso me da tanto gusto que ahora muchos cineastas y productores comiencen a entender este camino. Lo digo porque ahora estamos viendo a muchos realizadores que cruzan esa línea y se atreven a hacer cosas más extremas. Yo sé que mis películas no son para todo el público, pero si a alguien no le gustan, simplemente que no las vea” Agregaría: “Sepan ustedes que cuando se hace cine estamos tratando de hacerlo algo real, algo que pudo suceder en la realidad. Y en el cine los personajes hacen lo que tienen que hacer, no están guiados por las morales de allá arriba, pero todo lo que vemos en la pantalla ocurre en un campo ficticio y eso sí hay que tenerlo claro. Por ejemplo, a mí no me gusta la muerte real en las películas, ninguna muerte, pero Sergio Leone, que es uno de mis cineastas favoritos, tiene algunas películas en las que el actor mata a algún insecto, pisándolo o de un manotazo. Aunque admiro mucho a Leone, ese tipo de escenas no me parecen, me rompen mi realidad. ¡En serio! Aunque se trate de un insecto, es una muerte real. Y yo no pago mi boleto para entrar a un cine y ver una muerte real, yo pago mi boleto y entro al cine para ver una muerte ficticia”. Concluiría que esa clase de tratamientos “no valen la pena”. “El personaje en una película vive su vida, pero como algo imaginario. Es algo falso, aunque parezca real”.
"Yo no pago mi boleto para entrar a un cine y ver una muerte real, yo pago mi boleto y entro al cine para ver una muerte ficticia".Solidaridad y ficción
Poco antes, con la más absoluta corrección política, Tarantino se abstuvo de abundar sobre la situación de violencia que se vive en México (y que ya había provocado chistes y comentarios privados de diversa índole entre los colegas). Fue el enviado de La Jornada nacional quien le pidió su punto de vista, así, a bocajarro, acerca de la violencia real en México, asociada al crimen organizado en general y al narcotráfico en particular. “La violencia que han generado los narcotraficantes mexicanos, los casos de secuestro, o todo lo que pasa en su país –respondió el cineasta–, no es parte de una película de acción. Son cosas realmente serias. Uno puede rodar una película de gángsteres, pero la realidad es otra cosa. Eso de lo que usted me habla es algo que la sociedad mexicana tiene que enfrentar todos los días, por eso siento empatía con ustedes, pero es un sentimiento ambivalente, porque como cineasta también me fascina”. El actor y también director Eli Roth (Hostal) saldría al quite recordando que, como cineasta, Tarantino es el primer director norteamericano cuyas películas alcanzaron la prohibidísima clasificación D, más rigurosa que la tradicional clasificación C, y que se destina a películas con contenidos fuertemente perturbadores, sea por su exhibición de la violencia o de sexo. “Pero yo creo que la violencia en las películas –seguiría Roth– es una estética, y las escenas de pelea también. Y nos gusta verlas porque sabemos que son falsas, que son una representación”. Mientras, México sólo volvería a ser tema de charla en dos preguntas más. Una de ellas fue la inevitable “¿y no piensas filmar en nuestro país?”, a lo que Tarantino contestó, nuevamente con la corrección a pulso, que “me encantaría, pero sólo si tuviera la historia correcta. De ser así, claro que lo haría; se los puedo decir, me complace cualquier país, me fascinan todas las culturas. Y en mi caso, si estas en Los Ángeles, ves una ciudad muy influida por lo mexicano. Pero yo solamente vendría a hacer una película a México si tuviera la historia correcta, y la haría de inmediato. Es como lo que me pasó con Brad Pitt en Bastardos sin gloria: yo queria trabajar con él desde hace mucho tiempo… pero no lo hice porque debí esperar a tener la historia correcta y el personaje correcto para él”.
Planes y homenajes
Pero, a juzgar por otras declaraciones, de momento no hay a la vista ninguna historia “correcta” para filmar en tierras aztecas. Tarantino confirmó que filmará la tercera parte de Kill Bill, pero que está esperando que se conmemoren los diez años del estreno de la primera cinta, en el 2013, para “dejar descansar a la novia”. También adelantó su interés por filmar otra película con los mismos personajes de Bastardos sin gloria. "Aún no sé si será una precuela o una secuela, pero me fascina la idea de explorar más a fondo la vida de estos personajes". Mientras, entre sus planes también figura hacer una película sobre el Viejo Oeste. “Es una promesa que me he hecho a mí mismo. No me imagino sin haber filmado una del Oeste y se los prometo: no me voy a retirar sin antes haber filmado un western. Les prometo que así va a ser”. El asunto del western condujo al tema de los homenajes en su cine. Interrogado sobre el particular, Tarantino no se mostró totalmente de acuerdo. Consideró: “Creo que hay cierta familiaridad en mis películas con respecto a otras películas y géneros, pero tiendo a pensar que lo que hago es reimaginar un género que me gusta, y que lo hago para una nueva época, lo hago para un nuevo público. Pero también lo hago a mi manera, para darme gusto a mí”.
"Y me gusta Tintorera"
Inevitable fue también la pregunta de cómo elige Tarantino el nombre de sus personajes y de cómo llegó al de Hugo Stiglitz para el sargento alemán asesino de oficiales de la Gestapo. Esta vez, Tarantino rió a sus anchas. Confesó: “es que yo sabía que ese detalle iba a romper la tensión de todos en el cine”. Explicaría después que él desarrolla sus guiones en un proceso muy orgánico: “yo no puedo tener los nombres antes de tener a los personajes”, pero que en este caso, le gustó el nombre de Stiglitz, que es un productor y actor mexicano que tuvo su momento de esplendor (junto con Andrés García y Jorge Rivero) en los años setenta y ochenta con distintos filmes de género (El escuadrón de la muerte, Triángulo diabólico de las Bermudas, Tintorera). Tarantino reveló que tenía 14 años de edad cuando vio la primera película de Stiglitz, que fue precisamente Tintorera (filmada en 1977). “Y me gusta mucho el nombre de Hugo Stiglitz. También me gusta Tintorera”.
Autógrafos y fotos
El resto del encuentro se dedicaría a diversos asuntos relacionados con el rodaje de Bastardos sin gloria. La conferencia de prensa concluyó con un tumulto de reporteros rodeando a Tarantino en pos de un autógrafo o de una foto con él. Pero el intercambio fue breve. El cineasta partiría a Cinépolis Morelia centro, donde develó la placa conmemorativa del Festival de Cine del año pasado, rodeado por una multitud que lo aguardaba a las afueras del complejo cinematográfico del centro histórico moreliano.
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