Mauricio Bares durante la conferencia inaugural del encuentro Lenguajes Independientes y Revolucionarios del Arte, en Morelia.

El narrador, periodista, ensayista y editor mexicano Mauricio Bares inauguró este viernes las actividades del Encuentro de Lenguajes Independientes y Revolucionarios del Arte en Morelia. El autor de Streamline 98, Sobredosis, Ya no quiero ser mexicano, La vida es una telenovela, y Posthumano, entre otros títulos, consideró que en un país como México, dominado por la mentira, la corrupción, la ignorancia y la estupidez, el camino de la independencia (ya estética, ya intelectual) es la única alternativa digna a fin de ofrecerle una mirada crítica al sistema, a la sociedad, al régimen.
El también co-fundador del periódico A Sangre Fría (1993-95), así como fundador y director de la editorial Nitro/Press, estuvo en la capital michoacana, en el auditorio del Centro Cultural Clavijero, donde dialogó con una concurrencia más bien reducida.

Festejos y perspectiva
El autor, que a lo largo de su trayectoria ha sobresalido por su forma de navegar exitosamente desde ámbitos periféricos del mundo periodístico, literario y editorial, comenzó considerando que, de cara a los festejos patrios de este año, “una sociedad tiene el derecho de conmemorar lo que quiera” y que, en tal sentido, “México tiene justificada la celebración” del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución. Empero, consideró, “el problema viene cuando puede ponerse en duda la vigencia de esos acontecimientos en un país que tiene décadas sin lucir independiente y revolucionario, sino más bien déspota y miserable”.
Al explorar las que, en su opinión, son las causas de este estado de cosas, consideró: “México resalta en los mapas con su cuerpo sinuoso, femenino, como de cuerno de la abundancia. Pronto nos percatamos que las aguas que rodean sus contornos casi lo convierten con una isla, pero su historia de ensimismamiento nos confirma su divorcio con el norte y con el sur. México es una nación que no conversa con nadie, ni siquiera consigo misma”.

Del turismo al narco
Procedió a describir sucintamente algunas de las consecuencias de ese aislamiento y, en ese contexto, cuestionó duramente la radical dependencia de nuestro gobierno hacia el sector turístico. Dijo:
“Cuando un país depende en gran medida del turismo, ese país es como una mujer que sólo vive de su belleza. Un país que no produce, que no tiene voluntad, que no cultiva su inteligencia, es como una mujer hermosa, pero banal. Y esa alternativa, la del turismo, ha sido una de las principales fuentes de ingresos de nuestro país”.
Recordó, en perspectiva: “En mi adolescencia me tocó la época del auge del petróleo, con José López Portillo. Éramos como árabes, sólo que con burros en vez de camellos. Pero el petróleo se dilapidó y, al final, fue como haber hallado una cartera en la calle: una bonanza que dependió de la casualidad, nada obtenido por méritos propios”.
“La única industria destacada en las últimas dos décadas –señaló más adelante– es el narco. Es la única que arroja números negros y que opera eficiente y permanentemente. De modo que tenemos todo el derecho de festejar las conmemoraciones del bicentenario y del centenario, pero también la obligación de ver si realmente estamos viviendo los logros de una Independencia y de una Revolución”.

La cultura de la mentira
Más adelante, consideraría que el cultivo de la mentira como uno de los rasgos característicos de nuestra forma de conducirnos como individuos y como sociedad es otro aspecto indispensable para comprender por qué el país se encuentra en el estado actual.
“El hecho de haber vivido en países de Europa del Norte –señaló–, donde la verdad es valorada éticamente y enseñada a los niños, me representó un golpe muy fuerte, siendo que yo llegaba de un país como México, donde la mentira se fomenta desde la infancia”.
“Una de las consecuencias graves de esta cultura de la mentira en México es que conduce directamente a la cultura de la corrupción. Nos hemos convertido en un país sin méritos, porque la corrupción implica la desaparición del mérito, que ha dejado de existir porque ahora se puede comprar. Los mexicanos gastamos 27 mil millones de pesos al año en actos de corrupción. Y la corrupción es la adecuación de la realidad a nuestra conveniencia; es la imposición de la mentira en un país de mentiras”.

Las muletas en educación
Consideró asimismo: “Uno de los pilares fundamentales de por qué el país está como está es la educación. El poderoso sindicato de la educación ha sido y sigue administrado por una señora que no terminó la secundaria. Y esto explica muchas cosas, entre ellas el por qué un importante porcentaje de profesores son incapaces de resolver los exámenes que ellos mismos le aplican a sus alumnos, es decir, el tipo de exámen que podría resolver un niño de diez años. Eso nos está transformando en un país de estúpidos”.
Cuestionó que dos televisoras posean el 95% de los 461 canales de televisión en el país “y sin pagar impuestos por un bien público, que es dominio de la nación”.
“En nuestros hogares –recordó–, la TV ha ocupado el lugar de padres ausentes, de madres trabajadoras, y se ha constituido en la principal fuente formadora de nuestros niños”. Hablaría en ese sentido de la influencia televisiva como una forma de emputecer a la sociedad, no sólo desde la perspectiva más directa del adjetivo (al fortalecer entre el público, de forma sistemática, la imagen de la mujer–objeto), sino como un relajamiento de todo tipo de aptitudes éticas.
Por otro lado, recordaría que de desde 1970 a la fecha, el volumen de suicidios en México ha crecido en más del 300 por ciento. “Los especialistas dicen que son síntomas de desesperanza”.
En este escenario, insistió, “el narco sigue siendo la única industria productiva y trabajadora del país, la única medianamente justa con sus empleados. Lo demás es un gobierno que ha sembrado 60 millones de pobres. Y mientras, vemos que los países asiáticos que hace cincuenta años estaban en la ruina ya nos rebasaron, que España ha invertido mucho en tecnología y que eso la mantiene entre los países del primer mundo y que hasta una nación como la India hoy compite en computación con quien sea”.

Un país de apariencias
Todo lo anterior, que vino a ser como un diagnóstico general del contexto en el que sobrevive la cultura en el país, dio paso a una serie de consideraciones sobre los escenarios de la cultura y del arte en México y de las condiciones en las que se ven acotados los creadores.
De entrada, Bares propuso:
“Desde hace años vienen en aumento los encuentros de artistas independientes del país, pero pensar en artistas independientes exige pensar primero en los artistas que son dependientes. Dependientes ¿de qué? Bueno, desde tiempos de Shakespeare y Cervantes, la literatura más importante ha sido mordaz con las sociedades de las que surge. Y parte de la vigencia de esos autores tiene que ver con el hecho de que las sociedades no han cambiado mucho desde entonces. México es un excelente ejemplo: como legado prehispánico y colonial, aún tenemos hasta hoy una sociedad ceñidamente piramidal, jerárquica e impositiva; una estructura que se mueve usando mecanismos sinodiales, hereditarios, así como esas extensiones familiares tan mexicanas que llamamos compadrazgo y amiguismo. Así funcionan la política, el deporte, las finanzas, la educación. Así se mueve también la cultura. Somos un país de apariencias, sólo que hemos llegado a un punto histórico en el que las apariencias ya no son suficientes”.
Es indudable que en México tenemos muy buenos artistas, promotores culturales y funcionarios –continuó–. Incluso suman un buen número. Pero a la hora de los porcentajes son muy pocos o insuficientes. El medio cultural se mueve bajo los mismos mecanismos que el resto del país. A final de cuentas, el arte, la cultura y la ciencia son en cierto sentido la punta de la pirámide educativa y sería una obligación de la SEP cultivar esos campos entre los nuevos mexicanos”.
Abordaría el problema también desde el ámbito de los medios. “Fuera del DF, ¿cuánto paga un periódico por una nota de cultura? ¿150 pesos? Ese es el tipo de estándar al que podemos aspirar… y eso, si te pagan”.

De transiciones erróneas y el
valor del quehacer independiente
"Creo –abundó– que el país llegó, hace una década, a un punto en el que necesitaba dialogar consigo mismo, hacer un ejercicio de reflexión, verse autocríticamente al espejo. Sin embargo, curiosamente, a la hora de la coyuntura, a la hora de cambiar un partido por otro, decidió irse con el más intolerante de todos, con el más intransigente, con el que nunca le va a ofrecer una posibilidad de diálogo, que es el PAN. Ese es el instituto político que menos está dispuesto a dialogar, el que menos dispuesto está a ofrecerle algo a la cultura o a la educación, el que ha despedazado la historia en los libros de texto. Son intolerantes. Y me parece muy raro que, como sociedad, a la hora de haber tenido la posibilidad de un cambio, hayamos optado por la alternativa menos viable. De modo que nosotros como pueblo también somos responsables del escenario que tenemos”.
De cara a lo anterior, Mauricio Bares consideró que la experiencia de vivir estéticamente en la independencia, a pesar de sus presiones (fundamentalmente de difusión y económicas) es la única alternativa digna a fin de ofrecerle una mirada crítica al sistema, a la sociedad, al régimen.
Más allá de eso, en vez de proponer soluciones (alguien entre el público las pediría), Bares indicó que antes siquiera de pensar en soluciones es preciso enfocar los problemas y verlos con absoluta claridad.

La inauguración del encuentro Lenguajes Independientes y Revolucionarios del Arte fue presidida por dos de sus organizadores: Yurixhi Pérez Bárcena y Raúl Calderón Gordillo, ambos integrantes del Centro de Investigación de las Artes de la Secretaría de Cultura de Michoacán.

EN VIDEO / Fragmentos de la conferencia


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