CUENTÍSTICA
MICHOACANA
Ejemplares de la antología, con ilustración de Lady Orlando. FOTO: DEPTO. DE COMUNICACIÓN · SECRETARÍA DE CULTURA
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Con un mes de atraso, este martes 3 de diciembre se presentó la antología Cuentística Michoacana, fruto de una investigación del escritor y docente Francisco Javier Larios, adscrito a la Facultad de Lengua y Literaturas Hispánicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
El libro habría sido presentado durante la VI Feria Nacional del Libro y la Lectura Michoacán 2013, en octubre pasado, en la Casa de la Cultura de Morelia, pero un retraso por parte de la imprenta obligó a posponer el lanzamiento.
El libro habría sido presentado durante la VI Feria Nacional del Libro y la Lectura Michoacán 2013, en octubre pasado, en la Casa de la Cultura de Morelia, pero un retraso por parte de la imprenta obligó a posponer el lanzamiento.
La obra aparece en una edición bipartita entre Conaculta y la Secretaría de Cultura de Michoacán.
LOS CONTENIDOS
Con una vocación didáctica, Cuentística Michoacana consta de cuatro capítulos, una introducción y un anexo que se distribuyen en 342 páginas.
En la introducción, el autor detalla la anécdota que dio origen a este material: Hurgando en las antologías dedicadas al cuento mexicano del siglo XX, descubrió que todas ignoraban de manera olímpica a los narradores de Michoacán. No encontró en ellas espacio ni siquiera para autores como Carmen Báez o Xavier Vargas Pardo, supernovas de la galaxia literaria de la entidad. Así comenzó la exploración y el recuento de autores, que arrojó como resultado una prolífica y variopinta camada de escritores, de 33 de los cuales da cuenta esta primera antología, a la que sucederá un segundo volumen ya en proyecto.
El primer capítulo plantea la historia y las distintas teorías acerca del cuento. Remonta los orígenes del género a Egipto, dos mil años antes de Cristo, y describe definiciones, elementos, tipologías y condiciones del cuento, de acuerdo a investigadores como Enrique Anderson Imbert, Lauro Zavala y Abelardo Díaz Alfaro, entre otros.
El capítulo dos mira a vuelapájaro los antecedentes del cuento en México, que surge en el Siglo XIX, fuertemente asociado a la novela, a la literatura epistolar y al periodismo. Revisa su paso por el romanticismo, el realismo, el naturalismo y el modernismo y da cuenta de sus principales exponentes.
En el tercer capítulo, ya con los antecedentes bien asentados, el libro "entra en materia" con el tema El cuento michoacano finisecular del Siglo XX, donde procura ubicar los signos de identidad de la narrativa regional y la tipología fundamental del cuento michoacano a la luz de tres categorías tradicionales: la del cuento clásico, moderno y posmoderno.
El capítulo cuatro se ocupa de reseñar, finalmente, a 33 autores significativos durante las últimas dos décadas del Siglo XX y el anexo comparte con el lector textos que dan ejemplo de la prosa de los escritores documentados.
BREVES APUNTES
Toda antología es bienvenida, no importa qué tan amplios o estrechos sean sus perfiles, pues cada esfuerzo de este tipo visibiliza una parcela del campo literario. Esto es aún más significativo en un territorio como el michoacano, donde hay pocos estudios en la materia.
El ejercicio que ha emprendido el maestro Larios tiene, como principal acierto, el de mostrarnos de modo casi exhaustivo un significativo número de escritores oriundos de los pueblos y municipios de la entidad, es decir: esa provincia de la provincia de la que el mal hábito del centralismo nos mantiene tan distantes.
Por otro lado, si una antología literaria importa por conjugar tanto cierto ejercicio crítico como determinada perspectiva histórica, Cuentística Michoacana cumple al ofrecer, aunque un tanto impersonalmente, es decir, un tanto incomprometidamente, una serie de apuntes críticos que me parecen demasiado elementales y académicos (concedo: propios para una iniciación en el tema... pero igual me pregunto: a este paso ¿a qué horas vamos a llegar a Gilbert Durand y a experiencias tan sorprendentes y luminosas como las de la mitocrítica, por ejemplo?). Sin embargo, al lado de lo anterior, el libro también ofrece algunos vivaces pincelazos descriptivos que ojalá hubieran abundado más.
Con una portada ilustrada por Lady Orlando, que alude al mundo de Hemingway, la edición tiene una tipografía grata y, en general, un diseño austero y correcto.
Por el lado de los bemoles hay que decir que la edición no está muy cuidada y varios "duendes de la redacción" han hecho de las suyas, sembrando diferentes tipos de erratas, particularmente en el apéndice en el que se transcriben los cuentos de los autores antologados. Faltó atención de parte de los correctores. Uno de los lapsus bochornosos figura en la página 327, donde se dice que la obra de la maestra Teresa Perdomo "es muy basta", cuando es claro que debería decir que es "muy vasta". Lo basto es zafio, tosco, bruto. Lo vasto es amplio, anchuroso, extenso.
Vale. Con sus sostenidos y bemoles, el libro ya está aquí y es, sin el menor recelo, un material de consulta que vale la pena. Los interesados en algún ejemplar pueden acudir al departamento de Literatura de la Secretaría de Cultura, a la librería de la Casa de la Cultura y a la Facultad de Lengua y Literaturas Hispánicas.
En la introducción, el autor detalla la anécdota que dio origen a este material: Hurgando en las antologías dedicadas al cuento mexicano del siglo XX, descubrió que todas ignoraban de manera olímpica a los narradores de Michoacán. No encontró en ellas espacio ni siquiera para autores como Carmen Báez o Xavier Vargas Pardo, supernovas de la galaxia literaria de la entidad. Así comenzó la exploración y el recuento de autores, que arrojó como resultado una prolífica y variopinta camada de escritores, de 33 de los cuales da cuenta esta primera antología, a la que sucederá un segundo volumen ya en proyecto.
El primer capítulo plantea la historia y las distintas teorías acerca del cuento. Remonta los orígenes del género a Egipto, dos mil años antes de Cristo, y describe definiciones, elementos, tipologías y condiciones del cuento, de acuerdo a investigadores como Enrique Anderson Imbert, Lauro Zavala y Abelardo Díaz Alfaro, entre otros.
El capítulo dos mira a vuelapájaro los antecedentes del cuento en México, que surge en el Siglo XIX, fuertemente asociado a la novela, a la literatura epistolar y al periodismo. Revisa su paso por el romanticismo, el realismo, el naturalismo y el modernismo y da cuenta de sus principales exponentes.
En el tercer capítulo, ya con los antecedentes bien asentados, el libro "entra en materia" con el tema El cuento michoacano finisecular del Siglo XX, donde procura ubicar los signos de identidad de la narrativa regional y la tipología fundamental del cuento michoacano a la luz de tres categorías tradicionales: la del cuento clásico, moderno y posmoderno.
El capítulo cuatro se ocupa de reseñar, finalmente, a 33 autores significativos durante las últimas dos décadas del Siglo XX y el anexo comparte con el lector textos que dan ejemplo de la prosa de los escritores documentados.
BREVES APUNTES
Toda antología es bienvenida, no importa qué tan amplios o estrechos sean sus perfiles, pues cada esfuerzo de este tipo visibiliza una parcela del campo literario. Esto es aún más significativo en un territorio como el michoacano, donde hay pocos estudios en la materia.
El ejercicio que ha emprendido el maestro Larios tiene, como principal acierto, el de mostrarnos de modo casi exhaustivo un significativo número de escritores oriundos de los pueblos y municipios de la entidad, es decir: esa provincia de la provincia de la que el mal hábito del centralismo nos mantiene tan distantes.
Por otro lado, si una antología literaria importa por conjugar tanto cierto ejercicio crítico como determinada perspectiva histórica, Cuentística Michoacana cumple al ofrecer, aunque un tanto impersonalmente, es decir, un tanto incomprometidamente, una serie de apuntes críticos que me parecen demasiado elementales y académicos (concedo: propios para una iniciación en el tema... pero igual me pregunto: a este paso ¿a qué horas vamos a llegar a Gilbert Durand y a experiencias tan sorprendentes y luminosas como las de la mitocrítica, por ejemplo?). Sin embargo, al lado de lo anterior, el libro también ofrece algunos vivaces pincelazos descriptivos que ojalá hubieran abundado más.
Con una portada ilustrada por Lady Orlando, que alude al mundo de Hemingway, la edición tiene una tipografía grata y, en general, un diseño austero y correcto.
Por el lado de los bemoles hay que decir que la edición no está muy cuidada y varios "duendes de la redacción" han hecho de las suyas, sembrando diferentes tipos de erratas, particularmente en el apéndice en el que se transcriben los cuentos de los autores antologados. Faltó atención de parte de los correctores. Uno de los lapsus bochornosos figura en la página 327, donde se dice que la obra de la maestra Teresa Perdomo "es muy basta", cuando es claro que debería decir que es "muy vasta". Lo basto es zafio, tosco, bruto. Lo vasto es amplio, anchuroso, extenso.
Vale. Con sus sostenidos y bemoles, el libro ya está aquí y es, sin el menor recelo, un material de consulta que vale la pena. Los interesados en algún ejemplar pueden acudir al departamento de Literatura de la Secretaría de Cultura, a la librería de la Casa de la Cultura y a la Facultad de Lengua y Literaturas Hispánicas.
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