Delgadina y la reina, su madrina
Una mirada grotesca
a deterioros del poder
El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente.John Emerich Edward Dahlberg Acton
Noemí Uribe Hernández en el papel de Delgadina.
En simetría con tal realidad, la novena función de la Muestra Estatal de Teatro en Morelia puso el tema sobre la mesa acudiendo a un clásico que se remonta a la Edad Media y que llegó a los trovadores españoles hacia el siglo XVIII, cuando se popularizó el Romance de Delgadina, de inspiración anónima. Mucho tiempo después, nuestro Óscar Chávez incorporaría el relato a la tradición popular mexicana con su célebre Corrido de la Delgadina, que es del que ha partido Norma Román Calvo para esta versión escénica.
Una historia de familia
En Delgadina y la reina, su madrina (Norma Román Calvo, 1994, en codirección de Valentín Orozco y Claudia Fragoso con el grupo Teatro 12°-02 EPBA), estamos ante una tragedia, por más que el tratamiento acuda a lo fársico. Esta mixtura es apenas uno de los hechos que le otorga un gran interés a esta experiencia: el Rey padre (Javier Cervantes) ronda a la menor de sus hijas, Delgadina (Noemí Uribe) y demanda sus favores carnales, pero ante la entereza moral de la muchacha, que se niega a ceder, el paterfamilia enfurece y ordena que la joven sea encerrada y privada de alimentos. Para consumar el cruel castigo, cuenta con la temerosa complicidad de su esposa (Larissa Torres) y de sus dos hijos-esclavos On y Ce (Diego Montero y Víctor Domínguez).
Mientras, en el reino vecino, la Reina madrina (Abril Eugenia Jaimes), quien asume su poder con explícita frivolidad, es puesta al tanto de la situación por otra de las hijas del rey padre, Mariquita (Luisa Angélica Meza), y acude al rescate de su ahijada secundada por su ministro (Fernando Martínez Almanza, fuera del programa y de la más elemental disciplina). Sin embargo, el auxilio llega tarde y, tal como lo plantea el texto medieval original y varias de sus versiones posteriores, Delgadina muere como una mártir, soportando su confinamiento.
Los personajes de la Reina Madrina y de Mariquita.
En clave bufa
Han tenido que transcurrir tres días para que la Muestra Estatal de Teatro le abra las puertas a un discurso cuyos elementos fársicos y grotescos rompen con la tibia compostura académica que ha agrisado a otros ejercicios estudiantiles procedentes de la Universidad Michoacana.
Contra tal sentido de la propiedad, que a menudo neutraliza y esteriliza los contenidos de un trabajo, el ejercicio de los alumnos de segundo año de la licenciatura de Teatro de la EPBA ha desbordado eficacia a partir de su vivacidad y de su honesto sabor popular, con el cual brinda un retrato sardónico de giros, modismos y usanzas muy mexicanos, cuya realidad psicológica y social es potenciada por los mecanismos del ridículo y del absurdo.
Quizá las mejores palabras para describir lo anterior sean “bufo” y “carnavalesco”. En sincronía con lo que pide el texto de Norma Román Calvo (cuyo acierto es traducir de forma pintoresca diversos deterioros que afectan tanto a nuestra vida íntima y doméstica como social y colectiva: totalitarismo machista en el ámbito familiar, de un lado; abuso y trivialización del poder en la esfera pública, del otro, y entre ambos el miedo como detonador de la corrupción y de complicidades siniestras), los integrantes de Teatro 12°-02 EPBA sacan adelante un trabajo cuya mayor virtud consiste en que los trazos deliberadamente gruesos jamás banalizan sus temas: al contrario, sirven para acentuar su dimensión monstruosa.
Delgadina y su padre-rey en el comienzo de la farsa.
Vitalidad escénica
Bien visto, el del incesto es apenas un punto de partida para este trabajo, ya que los avances deshonestos del padre nunca se consuman. Pero el hecho de que el trabajo comience con este tópico (que es probablemente el tabú más universal que existe, presente en todos los tiempos y prácticamente en todas las culturas), colabora a poner en perspectiva las demás deformidades que nos aquejan como sociedad, entre ellas, señeramente, la frivolidad, la inutilidad de lo institucional, el temor de decir lo que se piensa, el conformismo ante las injusticias y el silencio ante la arbitrariedad.
De la puesta, la suciedad de ciertos trazos en la función del martes ha demeritado la eficacia del ejercicio. Pese a todo, el trabajo tiene la suficiente honestidad interna como para convencer y para no perder el sentido de su mensaje (esencialmente crítico). Su espíritu dionisíaco, correctamente acometido, le da agilidad al discurso y vitalidad a las caracterizaciones, en las que destaca de manera notoria el contraste entre los atuendos simples, luminosos, de Delgadina (acotando su sentido de pureza, que sobresale aún más al instalar al personaje al frente del escenario, izquierda actor, en un breve espacio que hace de su celda un nicho) y el colorido variopinto y, en cierto sentido, deliberadamente caótico, que plasma a los demás personajes como víctimas de sus pasiones.
La escenografía acota con diversos guiños la idea de un tablero ajedrezado, con sus casillas de blanco y negro. El recurso, en plena época de relativismo ético y moral, invita a recuperar una posición definida ante hechos como el abuso del poder.
También importa citar el fiel respeto que se le dedica a los diálogos, en los que la dramaturgia de Román Calvo (ganadora con este trabajo de un premio en la Facultad de Filosofía de la UNAM, en los años noventa) aprovecha la enorme riqueza popular de nuestro idioma, aplicándole además una métrica versística muy particular en momentos precisos, en correspondencia al corrido en el que se ha basado.
Una noche intensa, de teatro singularmente vivo. Es decir, singularmente humano. Bienvenida.
Un día después de la presentación de Delgadina y la reina, su madrina en el foro La Bodega, el martes, el director de la puesta, profesor Valentín Orozco, hizo circular la misiva siguiente, inconformándose contra un alumno cuya conducta durante el proceso de montaje le había ganado su expulsión del proyecto, pero que el día de la función, en la muestra, tomó el escenario por asalto para interpretar a su personaje de El Ministro.
Ninguna de las ideas o conceptos vertidos en la carta se han modificado. Sólo se han corregido erratas propias de una ortografía precipitada. El texto dice así:
CARTA PÚBLICA
El martes 23 de Julio del 2009 a las 20:35 hrs. aproximadamente, dentro de las instalaciones “culturales” del espacio alternativo “La Bodega”, en el marco institucional de la Muestra Estatal de Teatro, fue cometido un homicidio con todas la agravantes en contra del personaje “El Ministro” de la obra teatral Delgadina y la Reina su Madrina, de Norma Román Calvo.
El acto vil fue perpetrado por Martínez Almanza Fernando, con el apoyo y complicidad incondicional de Fuentes Mapoumé Aidet y los alumnos Gutiérrez Bucio Fabricio, Huerta Álvarez Laura Giovanna y Huerta Mendoza José Luis, del 2º año de licenciatura en teatro de la sección 01, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
En el mencionado evento quedó prueba fiel de quiénes se dedican a hacer teatro y quiénes se dedican a deshacerlo. Los actores, estudiantes orgullosos del 2º año de licenciatura en teatro de la sección 02 dieron muestra fiel del compromiso “humano” que se adquiere y se respeta cuando se asume con coherencia, lógica y corazón, la responsabilidad de “procrear” un personaje.
¿Que parece chistosito el relato por hablar de asesinato? Pues bien: tal vez y sólo por curiosidad, deberíamos preguntarnos qué carajos somos como sociedad, y me permito confesar mi vergüenza como profesor universitario: ¿con que talante pido a mis compañeros estudiantes ser lógicos y coherentes, trabajar 48 horas al día y subirse al escenario con el corazón en la mano a jugarse la vida? En cualquier momento, algunos de esos estudiantes se convierten en delincuentes y nadie hace nada, nadie es responsable de nada (perdón, la “nada” no existe, siempre hay alguien que sí dice algo; “son jóvenes inocentes”, “están aprendiendo a hacer teatro”). Que vergüenza, pero en fin, este es nuestro panorama teatral y por qué no completarlo y decir que también es nuestro panorama cultural. Esas son las “personas” que “hacen” que el teatro en Morelia sea un desperdicio humano. Y los padres, amigos y compañeros de “profesión” de estos engendros de Dios están muy orgullosos de los logros alcanzados de tan notables “universitarios”.
¡QUE CAPACIDAD DE DESTRUCCIÓN!
Pero como ellos mismos afirman y defienden:
¡QUE VIVA EL TEATRO MORELIANO!
Y si alguno de los “TEATREROS” michoacanos o chilangos o de cualquier planeta se ofende con mis dichos, pues…. Mándome de antemano a chin... y los felicito por tan productivos ciudadanos engendrados y producidos en Morelia, Michoacán, a los tantos y tantos de finales del siglo pasado, qué maravilla “de…generación”.
Y no se confundan que no hablo por amargura, hablo de nuestra realidad y sus implicaciones humanas, que ya a nadie le interesan y esta situación, tan deleznable, me apachurra el corazón.
Valentín Orozco
Que conste que firmé con mi nombre verdadero y no con el seudónimo ese que me escribe pa’ decirme que hago teatro muy feo y ya recibiré mi merecido, gracias señor anónimo por sus buenos deseos.
Recursos en la web
Hasta donde se puede documentar, la historia original de Delgadina se remonta a la Edad Media. La copla original habla de la menor de las tres hijas de un rey que la desea y que demanda sus favores, pero el incesto nunca se lleva a cabo porque la princesa rechaza a su padre y éste ordena que sea encerrada en lo alto de la torre del castillo, privada de alimentos y de agua, hasta que finalmente la joven muere como una mártir.
Una versión del romance de Delgadina tradicional en la Vega de Santa María (Ávila) / Ensayo emprendido por Luis Miguel Gómez Garrido en:
HOY EN LA MUESTRA
Jueves, junio 25
Las vírgenes Prudentes
Este clásico del maestro Antonio González Caballero acerca de tres jóvenes a punto de casarse, una de las cuales “se comió la torta antes del recreo”, se presenta esta tarde con integrantes de la compañía de teatro de la Casa de la Cultura de Indaparapeo. Dirige Ignacio Rodríguez Alanís.
Foro La Capilla José Manuel Alvarez, Casa de la Cultura, 18:00 horas. Entrada libre.
La manzana
La puesta corre a cargo del grupo “Anaznamal” (es decir, “la manzana” al revés), en dirección de Freddy Valdovinos, sobre un libreto de Antonio Argüdín. La sinopsis institucional dice: El artista está hambriento. Sólo tiene una manzana, sabe que no se la puede comer. Busca la trascendencia por medio de sus pensamientos, sabe que no la puede obtener porque no se esfuerza por alcanzarla. Al final, acepta su realidad y se come lo que tiene”.
Foro La Bodega, 20:30 horas. Entrada libre.
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