Muertos sin sepultura

La tortura y la libertad

No volveré a tu naturaleza; en ella hay mil caminos que conducen a ti, pero sólo puedo seguir el mío. Porque soy un hombre, Zeus, y cada hombre debe inventar sus pasos.
La Orestiada / Esquilo

Porque el secreto de un hombre (...) es el límite mismo de su libertad, es su poder de resistencia a los suplicios y a la muerte.
La República del Silencio / Jean Paul Sartre

Se aprende más fácilmente a torturar que a describir la tortura.
Autorretrato / Heiner Müller

Durante una de las escenas de tortura en la puesta de Muertos sin sepultura.

Hacia 1968, Jean Paul Sartre describía así el quid del existencialismo: “el hombre nace libre, responsable y sin excusas”. Contra los juicios que tramposamente quieren reducir al existencialismo a una mera “filosofía de la desesperación”, esta frase tan simple ayuda a poner al pensamiento sartreano en su justa perspectiva.
Mientras, para comprender cómo se puede vivir a partir de una demanda tan exigente, uno puede ir leyendo dos textos esenciales de la narrativa: El extranjero, de Albert Camus, y La náusea, del propio Sartre. En términos filosóficos, las lecturas obligadas llevarían a El Ser y la Nada y a la Crítica de la Razón Dialéctica, ambos también de Sartre.
En tanto, en la obra de teatro Muertos sin sepultura (tercer estreno sartreano, tras Las moscas y A puerta cerrada) el filósofo francés pone en juego las implicaciones de esta premisa al presentarnos, como de costumbre en sus textos de ficción, a personajes que se enfrentan a una situación extrema y que deben tomar decisiones de fondo; mostrar “de qué pasta están hechos”. Deben confirmar hasta dónde pueden llevar las posibilidades inherentes a cada uno, conforme a su ser, ejerciendo su libertad.

Estrenos y situación
A unos cincuenta años de su debut (estreno en Francia: París, 1946; estreno en México: DF, 1950), Muertos sin sepultura fue presentada en la Muestra Estatal de Teatro de Michoacán por el grupo Colectivo de Teatro de Morelia como uno de los resultados de un curso en el que el profesor de filosofía Ignacio Quepons Ramírez introdujo a los participantes en el pensamiento sartreano.
En la puesta, que se ambienta a fines de la II Guerra Mundial, conocemos a cinco activistas de la resistencia gala que, aprehendidos y sometidos a tortura por los colaboracionistas fascistas de Vichy, encaran la perspectiva de su muerte inminente y reflexionan y deciden sobre su vida, sus motivos, sus compromisos éticos y los actos que asumirán, mientras permanecen confinados en un desván.

Hacia un dilema radical
A partir de esa situación, una dramaturgia bien problematizada lleva al límite sus desafíos. Al comienzo, por ejemplo, los cinco protagonistas no tienen mucho qué perder. Extirpados del mundo en el que peleaban y arrojados la antesala de la tortura y la muerte, ya están como muertos en vida porque no pueden actuar en el mundo en el que hasta entonces lucharon. Ya son, metafóricamente, “muertos sin sepultura” y a esto alude el título de la obra (que también describe el fin literal de varios de ellos: asesinados de un tiro y abandonados en un anónimo patio).
Pero desde este comienzo y despojados de todo, los personajes ya están en un limbo, a solas consigo mismos. No le sirven ni al enemigo, pues ignoran la información que les exigen sus captores: no saben cuál es el paradero del líder rebelde que los fascistas quieren atrapar.
La situación se complica cuando Jean, el dirigente fugitivo, es accidentalmente capturado, pero sin que los fascistas adviertan que es él a quien andan buscando. A partir de ese punto hay muchísimo más en juego para los cautivos, no sólo porque ahora sí tienen un secreto que ocultar, sino porque nunca podrán estar completamente seguros de que Jean no los está traicionando.
La presencia del líder adquiere una dimensión agridulce para todos. Desde cierto ángulo les devuelve la esperanza: los reconecta al mundo, pues si ellos callan y Jean es liberado, él podría ponerse en contacto con sesenta guerrilleros que tomarían por asalto el cuartel enemigo; pero si es identificado pondrán en riesgo la seguridad de lo que queda de la resistencia maqui. Eso por un lado; por el otro, a ninguno de los prisioneros le pasa por alto que, mientras Jean tiene una oportunidad real de seguir vivo (pues su detención casual lo mantiene preso sólo como un trámite de rutina), ellos sí están condenados: fueron capturados en acción y la muerte es el único destino que los aguarda, no importa lo que digan o hagan.

Tortura, amor, decisión
La situación de estos personajes, como se ve, es absolutamente desolada. Pero lo fundamental de la obra (hay que insistir) es el modo en que a través de la situación Sartre plantea su tema esencial: el para qué de la libertad en cada individuo.
Cada personaje de Muertos sin sepultura representa a un tipo posible de hombre con sus flaquezas, dudas y fortalezas propias. Todos cuestionarán su manera de concebir la libertad y sus razones más íntimas. Su acicate será la cercanía de la muerte en medio de grandes sufrimientos, así que la tortura es el crisol que revela la templanza y el Yo más profundo de los personajes. Ante esta prueba, uno de ellos terminará suicidándose; uno más será asesinado por sus compañeros para ahorrarle el martirio e impedirle que se vaya de la lengua.
Mientras, el acento colocado en el tormento y en la relación entre víctimas y verdugos hace de esta obra la visión estética de lo que Sartre depositó como reflexiones en su clásico El ser y la nada (publicado en 1942) donde propone, entre otras ideas: “Lo que el sádico busca con tanto encarnizamiento, lo que quiere modelar entre sus manos y doblegar bajo su puño es la libertad del otro [porque esa libertad es lo] que está allí, en esa otra carne que es torturada”.
El amor y su naturaleza discontinua es otro tema presente. Sartre aduce que el amor no es nunca algo “dado” y definitivo, sino un atributo cuyas necesidades, características y manifestaciones se desarrollan y se transforman para responder a circunstancias determinadas. Esto se manifiesta de manera radical en la situación emotiva entre Lucie y Jean, en las mismas relaciones entre los captores y los prisioneros, pero sobre todo en la relación entre Lucie y su hermano menor, François, al momento en que es imperativo asumir el sacrificio de este último para guardar silencio.

Cimas y abismos
De una a otra cosa, la experiencia de llevar a la escena este título tiene sus puntos débiles y sus aciertos.
El mayor de estos últimos, indudablemente, es la elección del texto.
Pocos trabajos son tan pertinentes, tan necesarios para hoy, como esta obra. No tanto por aludir al tema de la tortura (que es meramente coyuntural), sino por su planteamiento de fondo acerca de lo que significa ser responsables de nuestro libre albedrío. Volver a ese tema es urgente cuando uno mira alrededor y nota que la pesadilla prevista por Aldous Huxley hace 79 años (Un mundo feliz, 1930) es totalmente real: una sociedad de esclavos contentos, a los que ya ni siquiera les importa saberse cautivos, cada vez mejor amaestrados para competir, consumir, entretenerse y no abrir la boca.
La puesta en escena, a su vez, acude a una escenografía ligera, que sugiere antes que mostrar. Una luminotecnia crepuscular, umbrosa y con pocos cambios configura la opresión que viven los prisioneros.
Lo anterior, entre los aciertos.
Mientras, el espacio escénico, originalmente pensado para una experiencia de teatro de cámara (íntimo, físicamente cercano con el público), fue “reventado” en la función de la muestra al tener que adecuar la presentación al escenario de tipo isabelino propio del Teatro Melchor Ocampo.
A tal obstáculo se añadió una dirección de actores deficiente y un ritmo plano. Estos dos problemas le arrebataron al trabajo mucha de su eficacia en términos exclusivamente teatrales. No obstante, la función fue muy aplaudida por un público mayoritariamente integrado por alumnos de la facultad de Filosofía y de la escuela de Letras.
Acerca de lo actoral, valen la pena unos cuantos apuntes. Independientemente del problema (real) de llevar una puesta pensada para un foro de cámara a un teatro isabelino, los resultados conducen a pensar que la dirección no ha logrado contextualizar correctamente el tratamiento para esta puesta y que ha habido un trabajo insuficiente con los actores a la hora de considerar cómo problematizar escénicamente a sus personajes. Todo se ha quedado en el pensamiento, en lo que se denomina “la acción mental”, pero sin alcanzar a llevar esa experiencia al indispensable terreno de la “la acción física”.
Desde otro ángulo, la experiencia de la puesta ha sido muy respetuosa al pensamiento de Sartre. Pero en el teatro (como ocurre en cualquier otro arte), la obra es en sí y para sí. Vive por sí misma, tiene su propio mundo, sus propias circunstancias. No la vamos a ver viva si nos limitamos a seguir al autor. Y Muertos sin sepultura no parece encarnar como debería porque al concepto de la puesta le falta precisamente eso: ser en sí y para sí misma en el escenario.

Algunos fragmentos de la puesta durante las jornadas de la Muestra Estatal de Teatro de Michoacán

Santo y seña
Muertos sin sepultura
Dirección: Yuritzi Gómez
Con Edgar Ricardo Rodríguez López (Françoise), Sergio Alonso Chávez (Sorbier),Víctor Manuel Ramírez Pacheco (Canoris), Angélica Cabrera (Lucie), Rubén Ángel (Henri), Enrique Márquez (Jean), Cuauhtémoc Gaona Sitt (Clochet), Ricardo López (Landreiu) y Adrián Torres (Pellerin).
Escenografía e Iluminación: David Hurtado.
Asistente de Iluminación: David Hurtado.
Musicalización: Alex Van Dikuas.
Producción: Erik Ávalos Reyes. Ignacio Quepons Ramírez.
Asistente de producción: Angélica Cabrera.
Asesoría en contextos filosóficos: Ignacio Quepons Ramírez


Recursos en la web
Para los interesados en los temas de esta puesta y, en general, en Sartre y el existencialismo, se recomiendan los siguientes vínculos:

Sartre, un siglo / semblanza realizada por el escritor colombiano Germán Uribe: http://www.ucm.es/info/especulo/numero33/sartresi.html

Sartre y nosotros / Antología de ensayos coordinada por Alicia Ortega Caicedo. Captura digital en Libros de Google en:
http://books.google.com.mx/books?id=kpmwMz46GqcC&pg=PA323&lpg=PA323&dq=Muertos+sin+sepultura+sartre&source=bl&ots=-HIrRlv8DS&sig=pyolFNIlVJTkJS_0StddhwQz40Y&hl=es&ei=EqdHSt_XF4nUM_Tq6YAN&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=8

Adorno y Sartre: la estética del compromiso / Mercé Rius. Ensayo aparecido en la Revista de filosofía Daimon en formato pdf. Texto indispensable, asequible en el sitio: http://revistas.um.es/daimon/article/viewFile/20911/20211

Retórica: en torno al modo de ser argumentativo del hombre / ensayo de Cristóbal Holzapfel. Universidad de Chile. Otro texto vital, asequible en:
http://www.lapetus.uchile.cl/lapetus/c1/download.php?id=1287

El Ser y la Nada / Descarga digital del libro de Sartre en formato pdf: http://www.bibliotheka.org/?/ver/42500

El existencialismo es un humanismo / Descarga digital del libro en formato pdf: http://www.bibliotheka.org/?/ver/3349

Muertos sin sepultura / Promoción de la puesta moreliana emprendida por el grupo Colectivo de Arte de Morelia (video en el portal de anuncios “Unaplauso.com”): http://www.unaplauso.com.mx/obra-muertos-sin-sepultura_av35e03e.html (un vínculo en este sitio redirecciona a la página de La Cofradía del Arte, que aloja cinco videos morelianos, entre ellos el de esta puesta en escena)

Muertos sin sepultura / blog de la puesta en escena moreliana con enlace a página de fotos en Flickr http://muertossinsepultura1.blogspot.com/

Tres estudios para Muertos sin sepultura, Opus 31, para soprano y piano (1950) / Interpreta el trío de cuerdas Ex Novo Ensamble (invitados: Aldo Orvieto al piano y la soprano Lorna Windsor) / Obra del compositor italiano Camillo Togni (1922-1993), quien brinda una visión musical del existencialismo. La pieza se inspira en tres momentos de la dramaturgia de Sartre: Andante (del cuadro I de la escena II), Cuasi passacaglia (del cuadro III de la escena II), y Comodo (del cuadro IV de la escena III). El álbum que incluye esta obra es asequible en portales electrónicos de música como:
http://www.naxos.com/
http://www.clasicsonline/

Sartre: Algunas claves de su teoría del teatro / ensayo de Héctor Levy-Daniel para su lectura en línea en la página digital de la revista “Dramateatro” en:
http://www.dramateatro.arts.ve/ensayos/n_0017/sartre_levy-daniel.htm

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA

Crítica de la razón dialéctica / Jean Paul Sartre / Editorial Losada, 1963 y 1982
El Ser y La Nada: Ensayo de Ontología Fenomenológica / Jean Paul Sartre / Editorial Losada, 1983; Alianza Editorial, 1989
La república del silencio, Estudios políticos y literarios / Jean Paul Sartre / Editorial Losada, 1960
Muertos sin sepultura / Jean Paul Sartre / Editorial Losada 1982; Editorial Alianza (colección Libro de Bolsillo No. 939) 1988, y Alianza Editorial, 2002 (última reedición en 2007)
La náusea / Jean Paul Sartre / Editorial Losada, 1979; Ediciones Época, 1987; Alianza Editorial (libro de Bolsillo No. 846) 1994, y Seix Barral, 1983
Cartas al Castor y a algunos otros (Vol. 1 y 2) / Jean Paul Sartre/ Editorial Edhasa, 1986.
El Existencialismo es un humanismo / Jean Paul Sartre / Editorial Sur, 1960; Editorial Edhasa, 1992 (última reedición: 2004)
Bosquejo de una Teoría de las emociones / Jean-Paul Sartre / Alianza Editorial, 1987 (última reedición: 2005)
Las moscas: claves filosóficas de interpretación / Dionisio Castillo Caballero / Ediciones Amarú, 1992
La Imaginación / Jean Paul Sartre / Editorial Edhasa, 1980 (última reedición 2006)
Estudios Sobre Jean Paul Sartre (antología) / Mira Editores, SA, 2007
El ser y el tiempo / Martin Heidegger. FCE, 1989
El problema moral y el pensamiento de Sartre / Francis Jeanson /. Editorial Siglo veinte, 1968
Jean-Paul Sartre o una literatura filosófica / Robert Campbell / Juan Pablos Editor, 1976
Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica / Edmund Hussler / FCE, 1985
Problemas fundamentales de la fenomenología / Edmund Hussler / Alianza Universidad, 1994

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