Ámame encarnecidamente

En pos de carne feliz

Ámame encarnecidamente / Love meatender (Bélgica, 2011. Dirige Manu Coeman). Lunes 23, 18:00 horas. Museo del Dulce. Entrada libre.

Los estragos que ocasiona a la salud y al medio ambiente el actual modelo agropecuario industrial, así como distintas propuestas para volver a un modelo de explotación del campo y del ganado que sea más tradicional, ecológico y humanitario, son los asuntos de que se ocupa Ámame encarnecidamente (Bélgica, 2011): el primer documental del muy curtido y exitoso publicista Manu Coeman, al que respaldan casi quince años de carrera.
Y si alguien lo bastante suspicaz se pregunta si no hay cierta contradicción entre el quehacer de un hombre dedicado a la venta de imagen para todo tipo de empresas y el rodaje de un documental como este, que cuestiona los efectos de la sobreexplotación del campo por parte de corporativos grandes, medianos y pequeños, la respuesta es: Sí, claro. Pero lo cierto es que Manu Coeman no patea el pesebre o, mejor dicho, lo patea con cortesía, estilo y mucho humor. Estos rasgos están presentes desde el mismo título del filme, que juega con las palabras y trastoca el “love me tender” (“ámame tiernamente”) en “love meatender”. La traducción al español ha logrado conservar el retruécano al pasar del “ámame encarecidamente” al “ámame encarnecidamente”.
El detalle no es menor. En publicidad, el estilo lo es todo y Manu Coeman jamás lo pierde en este metraje de 63 minutos. Por ejemplo: jamás hace una apología de la crueldad a la hora de abordar el sacrificio de los animales. Nunca veremos imágenes explícitas en ese sentido. Por el contrario, el realizador busca y consigue un tono amable, simpático y positivo que, entre otros recursos, echa mano de la animación tradicional 2D para ilustrar el discurso del documental.
La película está llena de datos duros: cifras, estadísticas e incluso denuncias, la más fuerte de las cuales tiene que ver con el asesinato de campesinos miserables en Brasil, a manos de gatilleros contratados por trasnacionales que acaparan parcelas y zonas de pastoreo a inmediaciones del Amazonas. La legislación carioca –explica el filme– permite en ciertas circunstancias que quien desforeste un terreno y lo trabaje se convierta en su legítimo propietario. A fin de aprovechar esta oportunidad (pues lo terrenos son muy baratos), los latifundistas llevan por delante a sus ganaderos con todo y hatos… pero también con pistoleros que, llegado el caso, se ocupan de ponerle una solución definitiva y radical al problema de la competencia.
De modo –dice la película– que cuando alguien se lleva a la boca un buen pedazo de T-bone o de bistec en cualquier restaurante de Bélgica, Francia u otros países, esa carne de exportación, aparte de otros inconvenientes, está manchada con sangre humana.Por lo demás, Ámame encarnecidamente se ocupa de muy diversos problemas: entre ellos lo insostenible del actual modelo de sobreexplotación del campo, las crueles condiciones en que se cría a cerdos, vacas y gallinas, así como el daño que se provoca a los animales, al medio ambiente y a nosotros, los consumidores, a causa de la forma en que se sustituyen sus alimentos tradicionales por productos para la ceba y la engorda.
La exposición que ofrece el documental alterna entrevistas y capta el quehacer de todo tipo de especialistas, ganaderos retirados, pequeños y medianos empresarios, activistas y estrellas del pop que han abrazado la causa ecológica (el ex Beatle Paul McCartney por delante), en un recorrido que pasa por Francia, Bélgica, Brasil, Gran Bretaña, la India, Senegal y México.
Ámame encarnecidamente se estrenó el año pasado en la televisión belga. La estrella que ha acompañado al filme tiene mucho que ver con la manera en que su director evita el sombrío y a veces amarillista “mea culpa” clásico en los documentales de denuncia y procura, en cambio, la pro-actividad con su público en los mejores términos. Un ejemplo de esta intención lo da una de las entrevistadas, al final de la película, cuando habla sucintamente de la necesidad de modificar nuestros hábitos de consumo para ser capaces de llevarnos a la panza, no un filete lleno de estrés, toxinas y manipulaciones de todo tipo, sino un buen pedazo de “carne feliz”. ¿Una boutade? Así es. Pero es el lenguaje de los tiempos que corren.
Para concluir les comparto algo que probablemente nadie más les dirá. Un problema de este filme, rodado en 2011, es que se parece muchísimo a un documental previo: Global Warming: Meat, the truth (Países Bajos, 2007; dirigen Karen Soeters y Gertjan Zwanikken), no sólo por su contenido, que en más de un caso cita cifras y parámetros idénticos, sino por su tratamiento… dibujos animados incluidos. El director Manu Coeman logra, eso sí, mayor elegancia y ludismo que el del citado documental predecesor, así como un discurso más ágil y sintético, aunque lo cierto es que la mitad de su chamba ya estaba hecha. Digamos que tomó el hábito prestado pero, dado el antecedente, aún le falta confirmarnos si realmente tiene al monje. Tendremos que aguardar sus siguientes filmes (Coeman ha afirmado que piensa reducir su trabajo publicitario para realizar más cine) a fin de comprobarlo.Por lo pronto, les dejo este enlace que conduce al filme Global Warming: Meat, the truth, alojado en el portal de Youtube en HD. Esta versión on line de la película ofrece subtítulos en alemán, inglés y eslovaco, pero con la función BETA, asequible en la barra inferior del video, también es posible subtitular manualmente al español.

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