Machete y la pose a lo Cine-B

El malencarado Danny Trejo en el papel de Machete Cortez.

A casi una década desde El mariachi (1992), Robert Rodríguez regresa con la misma fórmula: barrida, trapeada y mejorada (para bien y para mal). Machete, su más reciente filme, nos presenta a un personaje absolutamente caricaturesco y de trazos toscos: Machete Cortez (Danny Trejo), un fornido y malencarado policía federal mexicano que ha perdido a su familia y ha abandonado su corporación debido a las maniobras del narcomafioso Torrez (Steven Seagal).
Luego de salir de México y exiliarse a Texas, donde se mueve en el submundo de los emigrantes ilegales, Machete será víctima de otra trampa que involucra a un senador corrupto (Robert De Niro, más allá del bien y del mal, aceptando cualquier papel). La maniobra desata una vorágine de violencia en la que Machete se luce por su gusto hacia las armas blancas mientras se cobra su venganza –literalmente– a machetazos.
No hay complicación en un cine de fórmula tan acartonado pero tan eficaz como Machete. En todo caso, lo que hay es un muy calculado oportunismo que sabe sacar su tajada de temas tan sensibles como la fuerte discriminación de los conservadores sureños, en los EU, contra los inmigrantes ilegales mexicanos.
En este sentido, Robert Rodríguez construye el cuento de hadas perfecto: el de un movimiento de resistencia secreta entre los indocumentados para hacerle frente a los excesos de los agentes de la Migra y a los cazadores de ilegales.



He aquí la fantasía perfecta y que no es inocente en absoluto. Lo interesante de la película es que Machete no es un simple objeto de diversión, sino una ensoñación que opera como válvula de escape para desahogar rencores muy vivos en nuestro país hacia las políticas segregacionistas del gobierno norteamericano.
Pero, como toda válvula de escape, la viabilidad de Machete termina ahí. No propone nada, no arriesga nada. Sólo ayuda a alebrestar las fantasías de la raza y a desalojar esas pasiones molestas, para mitigarlas. Una vez cumplida la catarsis, la película queda reducida a su verdadera dimensión: un filme palero, artificiosamente eficaz y tan prescindible como sus personajes: la aguerrida Luz (Michelle Rodriguez); el hermano de Machete, Padre (Cheech Marin); April (Lindsay Lohan), y la agente Sartana (Jessica Alba en plan de atractivo exclusivamente visual).
Machete será un éxito de taquilla (cumple la receta con envidiable calidad), pero no es un cine vivo o que contribuya a pensar en un problema, sino a convertirlo en un tema de opereta. Una película que se enorgullece de ser Cine-B... pero en todo caso, un falspo Cine-B, porque su presupuesto no ha sido en absoluto pequeño. Un ejercicio sin ideas, dirigido como un asunto de rutina, con su ritmo reemplazado por la febrilidad y (hay que insistir) un oportunismo fríamente calculado para ganarse al público desde un tema de gran vigencia.

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